sábado, 22 de agosto de 2009

Somos Libres o Esclavos? de Rafael Ayala

¿Estamos obligados a ponernos de mal humor cuando alguien no actúa como nosotros quisiéramos?
¿Tenemos los papás y mamás que enojarnos para corregir a nuestros hijos?
Por supuesto que no, sin embargo constantemente lo hacemos. Decimos: “yo venía de buen humor, pero tan sólo con escuchar sus pasos me puse de malas”; o “es que tú me haces enojar”; también está esa otra frase: “como quieres que no esté molesto, no oíste lo que dijo”.

Cuando culpamos a otros por nuestro estado emocional nos hemos convertidos en esclavos emocionales de esas personas. Recordemos que un esclavo era alguien que dependía de su amo. El esclavo no podía decidir lo que haría, sino que debía hacer lo que ordenara su amo. Así, cuando afirmamos que estamos de malas por causa de alguien más realmente estamos reconociendo que dependemos emocionalmente de esa persona, que es él o ella, incluso sin saberlo, quien manda en nuestra en vida. Nuestro amo emocional “Yo estaría de buen humor si tal persona no viniera, porque mi estado de ánimo depende de él”. Cuando estamos así le damos a otros el poder de controlarnos: “¿quieres que se enoje mi papá? Dame un minuto.

La buena noticia es que podemos ser libres emocionalmente. No estamos obligados a ofendernos cuando alguien trata de hacerlo. La clave radica en darnos cuenta que nadie nos puede hacer enojar si no queremos que sea así. Cuando alguien dice algo para ofendernos, podemos decidir enojarnos, pero también podemos ignorar el comentario, reírnos de ellos, considerar a la otra persona como a alguien desubicado y no darle tanta importancia. La famosa frase “es que tú me haces enojar” es un error. Nadie nos puede hacer enojar, nosotros decidimos enojarnos ante lo que el otro dice. Ante un mismo comentario sarcástico que escuchan dos personas, una puede reírse y la otra ofenderse, las dos son libres para decidir como comportarse ante ello.

Las personas no podemos controlar todo lo que nos sucede, cómo estará el clima o cómo nos tratarán los demás; pero lo que siempre podemos controlar es cómo respondemos ante lo que nos sucede.

Dos peces estaban en el agua y de pronto cae un anzuelo en medio de ellos. Uno lo muerde y queda atrapado. El otro le dice, “¿por qué lo mordiste?”, su compañero responde: “pues porque lo tiraron”. Le invito a tomar el control emocional de su vida. Dejar de culpar por nuestros actos y estado del humor a quienes nos lanzan anzuelos y tomar las cosas con más calma. Somos personas libres para elegir cómo vamos a responder ante lo que nos pasa. Decidamos pues, tener una vida más agradable. Cuando descubra que se está enojando con alguien o por algo, simplemente piense “¿estoy obligado a morder este anzuelo?, ¿realmente quiero estar enojado?”. Decida ser feliz, no siempre es fácil, pero siempre es posible.